martes, 29 de octubre de 2013

Dioniso: El encantador




Biológicamente:
Aspecto de cautivador.
Bi-sexual por naturaleza.
Cuerpo "de muchas experiencias".
Mirada hiptnotizante, quizás femenina.
Es la versión masculina de Afrodita.

Psicológicamente:
Encantamiento, aunque direccionado con sus potenciales amantes.
Inconsecuente, por su recurrente "aquí y ahora".
Su afrodisíaco "aquí y ahora", lo hace poco confiable.
Ternura hacia las mujeres en general.
Identificación con las mujeres.
Necesidad de ayudarlas.
Se compadece especialmente de las abandonadas.
Paradójicamente puede abandonarlas después.
Es esclavo de sus pasiones, las idealice o no.
Es poco confiable, encomie o no "el amor".
Ansiedad producto de su búsqueda exploratoria.
Necesidad de ser el mejor amante.
Necesidad de explorar sensorialmente (ejemplo: con drogas).
Autoestima baja por ser tan promiscuo, aún en esta época.
Necesidad de hacer sentir a los demás sus propias "caídas".

Socialmente:
Habla en nombre de las mujeres.
Habla en nombre de la liberación femenina y sexual.
Encomia un "amor" pero no responsable.
Encomia un "amor" pero desestima a las parejas de ancianos tradicionales.
Infiel natural.
Subestimado por hombres pero potencial amante de sus mujeres.
Es muy matriarcal pero sólo con sus parejas amantes.
De apariencia patriarcal para disimular sus pasiones.
Entiende el lenguaje patriarcal y no lo contradice.
Exaltador de las pasiones musicales y en general.
Todo tipo de sexualidades exploratorias.
Una auténtica "doble vida".
Pocos lo conocen en esas profundidades cautivantes.

Espiritualmente:
Siente que por "disfrutar" no hace ningún daño.
Capaz de separar familias y de incurrir en drogas él y a los demás.
Piensa que "compartir" consiste en momentos de exaltación de los sentidos y emociones.
Zeus lo avaló especialmente y con él se consagró de "Padre dulce".
Una imagen paterna como la de las religiones patriarcales pude equilibrarlo mejor.
Una ausencia total de valores y principios de su infancia sólo lo perderán.
Predisposición a sentir su interior, donde la culpa por lo malo no es ajena a nadie.
Enfocado en las drogas y en espiritualidades concomitantes.
Cultor de las supuestas "vidas pasadas" y las "regresiones".
Escasas conductas mas bien éticas aunque él se suponga un "defensor del amor".
Sí es un buen defensor de las mujeres en algunos casos de violencia doméstica.
Es mal defensor de las mujeres en el sentido de quedarse a suplir los abandonos de otros.


LO BUENO:
Estar del lado de las mujeres tan aguerridamente siendo hombre, no está mal.
En realidad, la definición de un hombre completo es quién milita para ellas.
El hombre que está mirándose el ombligo él mismo, en realidad tiene 5 años,
o menos según los psicoanalistas.
La adultez, es alterocéntrica, es decir saliendo de uno mismo. Por ende un hombre es
necesariamente en función de las mujeres.
Dije hombre, siquiera mencioné la palabra caballero.
En este sentido Dioniso está adelantado a su época, pues mientras estemos en estos
últimos 5000 años de Humanidad (los primeros 25.000 fueron matriarcales) los
hombres Dionisos están anticipándose a unos nuevos 25 o 5 mil años de matriarcado,
que seguramente sucederán.


LO MALO:
Si bien es cierto que los hombres Dioniso son pro-mujer,
no son verdaderos hombres en realidad.
Tienen lo de verdadero  hombre en el sentido de defenderlas,
o al menos de ponerse en su lugar, pero se quedan allí, muy cómodamente,
y no son patriarcales cuando lo tienen que ser.
Están demasiado extasiados con los placeres, los deleites de la vida en general,
y los que van buscándose, pervirtiéndose más que encontrarlos naturalmente.
Y una mujer, matriarcal o patriarcal, en épocas matriarcales o en esta,
quiere mucho más que eso.
Para una verdadera mujer, plantada en su identidad y en su
vivir afuera (de ella misma), puede llegar a considerar a Dioniso
como mucho un divertimento, y en todo caso un niño que no sale de sí.
Pero como no todas las mujeres son así, y en esta vida
de algún modo todos estamos creciendo, es muy probable
que lastime no a una, sino a muchas en su maratón amatorio,
y que no se haga especialmente responsable de las consecuencias
del amor que seguramente enciende en sus corazones, por su intensidad
amatoria y emocional.
No es sin embargo como Afrodita, que tiene una cuestión de
"renegar de la culpa", ni tampoco está en contra de sus congéneres,
es decir de otros hombres, que siquiera en verdad lo perciben
más que como a un "pícaro".


LA PARADOJA:
Suena muy lindo ser liberal a ultranza, pero eso es libertinaje, y el libertinaje: esclavitud.
En ese sentido puede parecernos muy lindo inicialmente un Diógenes,
pero tarde o temprano descubrimos sus defectos (el juego, la droga, la promiscuidad)
y querer cambiarlos es un error.
Enojarnos con él si no los cambiamos duplica ese error,
pero sí podemos hacerle ver las consecuencias de sus actos,
es decir que detrás del "aquí y ahora" tan afrodisíaco y cautivador
hay en realidad alguien que entiende de culpas, y que te sabrá escuchar.
Otra paradoja es la defensa que ejerce por parte de las mujeres,
que en realidad no le pidieron nada, y que están cautivadas
por el modo en cómo -él es un hombre-, más que por sus ansias de feminista.
Y la paradoja de cómo es capaz de abandonar
a las mismas abandonadas que quiso cobijar.
La paradoja mayor
es que nadie sufrirá como él la suposición de que el amor es un momento de éxtasis
en lugar de un trabajo a diario deseando voluntariamente el bien
hasta de nuestros enemigos.
Reconocerá ya de grande (y con mente patriarcal, para su dolor)
que el cuerpo es limitado, (la salud seguramente la estropeó)
y que nada esta mas lejos de ser...
-un flechazo cupidezco,
-una mirada hipnotizante,
-una presencia afrodisíaca,
...que el amor, del cuál tanto y en vano hablaba. Que es un trabajo, que es un llegar a conocerse,
que es un compromiso inicial de conocerse y respetarse,
que es romanticismo, pero también un modo de verse
lo lindo y lo feo uno al otro, y eso lleva tiempo,
compromiso y aceptación iniciales... NO es un "¡probemos!",
que a la primera de cambio se convierte en cualquier otra cosa.

El amor es desear el bien del otro, conociéndolo en profundidad, y sabiendo que en ocasiones representará nuestro sacrificio. Es un aceptar los defectos, incluso ¡con amor! precisamente, y un construir de a dos y sinceramente: una amistad, un noviazgo, un matrimonio, una familia...
El tiempo sólo sigue ese camino, el conocerse sólo es digno en ese marco, y cualquier otro marco (el deseo, el "probemos", el "estoy sol@", el "nos llevamos bien", el "nos gustamos") pronto es un marco sin cuadro, un árbol sin fruto, una flor sin su perfume natural.

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